DESCARGATE EL CUADERNILLO N°2 DE LAS MUJERES SINDICALISTAS
En esta nueva edición del cuadernillo de formación, nos proponemos seguir profundizando en los debates en torno a la desigualdad de género en el mundo laboral. Iremos desarrollando conceptos y analizando datos elaborados con fuentes oficiales, en particular a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que se publica de forma trimestral por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). En relación a las fuentes, cabe aclarar que las mismas presentan una limitación: si bien nos permiten elaborar un análisis del mundo laboral para varones y mujeres, éstas categorías son definidas en términos de sexo biológico, resultando dicotómicas y excluyentes de otras identidades de género reconocidas dentro de la ley número 26.743 “Ley de Identidad de Género” y es para nosotras un dato más sobre cómo esas disidencias son nuevamente silenciadas, en esta oportunidad por los datos oficiales.
DESIGUALDAD de GÉNERO tiene una sólida base en los estereotipos que la sostienen a lo largo de la historia. Los roles tradicionalmente asignados a los varones son propios del estereotipo masculino basado en un conjunto de rasgos que se consideran requeridos para el desempeño de sus tareas laborales: racionalidad, energía, fuerza. Para el caso de las mujeres, las cualidades que propone su estereotipo son la amabilidad, la calidez, la contención, el orden, todas adjetivaciones vinculadas con el cuidado.
Entonces, ya desde los inicios de nuestra socialización algunas personas están orientadas hacia el trabajo productivo y otras al cuidado y la reproducción. El estereotipo femenino se vincula con la protección e incluso está íntimamente vinculado con el amor, Por eso continúa siendo habitual que a los niños se les regale camiones, espadas, armas, o herramientas y a las niñas tablas de planchar, bebés y cocinas. Esto es lo que se conoce como socialización diferencial entre niños y niñas. A futuro se reproducen estos roles en la sociedad o se espera que luego puedan reproducir parte de estos patrones socialmente aceptados.
Dicho todo esto y al contar solo con datos que dan cuenta de la realidad de varones y mujeres, proponemos realizar el análisis de la desigualdad de género en el mundo del trabajo bajo tres dimensiones: el TRABAJO NO REMUNERADO, el MUNDO LABORAL y el ESTADO. Estas dimensiones nos permiten ver las tres instancias en donde identificamos que persiste y se reproduce la desigualdad de género (entre varones y mujeres), producto de la vigencia de los estereotipos analizados, pero también, nos permiten verificar cuales son nuestras posibilidades de volver estas relaciones más justas y equilibradas, sabiendo donde deberemos plantearnos las estrategias de abordaje.